A pesar de que el aspecto del agua sea excelente, puede contener bacterias y virus, trasmisores de enfermedades e infecciones. Por ello se le añaden productos qúimicos, para destruir los contaminantes invisibles que haya o que puedan caer.
Cloro y sus compuestos
Al añadir cloro al agua de la piscina, una parte se consume al destruir los contaminantes que hay en el agua, y otra parte se mantiene como cloro residual, preparado para actuar contra los nuevos contaminantes que se introduzcan a través del viento, bañistas… Este cloro sobrante recibe el nombre de Cloro Residual Libre, y debe estar entre 0,5 y 2 ppm. El consumo de cloro varía con la incidencia solar, el número de bañistas, la temperatura, la lluvia… Se debe vigilar el nivel de cloro diariamente con la ayuda de un estuche analizador de cloro y pH.
Bromo
En vez de cloro, se puede usar bromo para la desinfección y sílex-diatomea para la filtración. Ninguno de los dos genera residuos ni olores molestos. Además presenta otra ventaja: el bromo proporciona más confort, porque a diferencia de otros desinfectantes, no provoca molestias en los ojos ni en la piel.
Iones cobre-plata
Los iones de cobre y plata aportados en pequeñas cantidades destruyen los microorganismos presentes en el agua, incluso los protozoos cloro resistentes. Los iones cobre-plata logran dos funciones: antialgas y desinfectante, y floculante. Con ello se logra mejorar la calidad del agua de la piscina con un alto grado de desinfección y limpieza, eliminando la aparición de algas. También, al eliminar el uso de floculantes, se aumenta el rendimiento de los filtros, con una transparencia de agua excelente, y disminuyendo el gasto de cloro.
Ozono
El ozono es el segundo agente más oxidante que existe, reaccionando con los elementos contaminantes, y destruyendo en milisegundos algas y bacterias, inactivando virus y oxidando contaminantes orgánicos e inorgánicos presentes en el agua de la piscina. Es el único desinfectante que responde ante los casos díficiles, como las amebas. Así mismo, logra destruir los malos olores existentes en piscinas cubiertas, sin dejar residuos químicos o contaminantes, y pudiendo utilizar el agua de piscina para otros usos como el riego. El agua tratada con ozono tiene un azul realmente bonito; sin darle sabor ni olor; el ozono no provoca la fermentación de productos que irritan las mucosas. Al ser su vida útil muy corta, es conveniente tener un pequeño residual de ozono en el agua, o en contrapartida añadir un desinfectante como cloro o hipoclorito sódico en muy pequeñas cantidades que lograrán, un mantenimiento del agua más duradero. La inversión inicial es superior a la de cloro, pero es económica en mantenimiento y sobre todo más eficaz como bactericida, virulicida y algicida