Una premisa a tener en cuenta será el mantener la capacidad filtrante del filtro. Ello se consigue
haciendo funcionar el mismo a contracorriente, para evitar la formación de fangos y el
apelmazamiento de la masa filtradora.
La frecuencia de los lavados es muy variable y depende de la colmatación (atascamiento) de los
filtros, generalmente se realiza una vez por semana, aunque en períodos de mayor afluencia hay
que aumentar la frecuencia.
El grado de colmatación de los filtros se pone de manifiesto por una disminución del caudal de
salida, y mediante el manómetro instalado al efecto.
En cuanto al PH del agua, deberá hallarse entre un valor mínimo de 7,2 y máximo de 7,8. Es
muy aconsejable, al principio de la utilización de la piscina, controlar frecuentemente el PH.