
La naturaleza de la sombra
Tanto si vive en una pequeña localidad con casas pareadas o en una  casa antigua, donde los pimpollos plantados hace décadas se han  convertido en árboles, como jardinero, debe acostumbrarse a dominar la  sombra. La mejor forma de conseguirlo es entender las ventajas que  comporta. 
 En climas cálidos, la sombra puede convertirse en el  mejor aliado del jardinero. No sólo ofrece un lugar de descanso lejos  del sol, sino que también, al moderar los excesos de calor, aumenta el  número de plantas que se pueden cultivar. Por ejemplo, la temperatura  bajo un árbol puede ser 15ºF más baja que al sol. 
 Para  sobrevivir en el sur, todas las plantas -excepto las más fuertes-  necesitan protegerse del intenso calor del verano. Por ejemplo, los  delicados pétalos de la Clematis lanungiosa "Nelly Moser" pueden pasar  del rosa oscuro a un color desteñido si no se protegen de la intensidad  del sol. Y, a pesar de que las plantas tienden a dar menos flores en la  sombra de las que darían si crecieran bajo el sol, éstas duran mucho  más. Incluso las grandes amantes del sol, como la Cleome tendrán una  floración más duradera si crecen en la semisombra. 
 No sólo los  pétalos necesitan protección del sol, también el follaje puede necesitar  algo de sombra. Por ejemplo, las hojas azuladas de la Hosta "Krossa  Regal" pueden volverse marrones bajo el sol directo del Sur. La  Cimicifuga expuesta al sol puede morir de sed, aunque se la haya regado  en abundancia. 
 Otra de las grandes ventajas de la sombra es que  no importa donde se viva, la sombra reduce las tareas de mantenimiento.  Primero, un jardín sombreado requiere menos agua. Bajo el fresco abrigo  de un árbol o una pared, la humedad tarda más en secarse, por lo que no  es necesario regar con tanta frecuencia. 
 La poda también es  menos frecuente. Las plantas que han crecido en la penumbra de un bosque  acostumbran a crecer más lentamente y no es necesario podarlas tan a  menudo como las que crecen al sol. Si elige plantas aclimatadas a la  sombra y las cultiva con la tierra adecuada, dejando bastante espacio  entre unas y otras, crecerán durante años sin necesidad de cuidarlas. 
 Un  jardín a la sombra también requiere menos cuidados con cierto tipo de  plagas -áfidos, ácaros y otros insectos-, aunque deberá prepararse para  otras plagas y enfermedades propias de algunas plantas de sombra. 
 Flores y árboles de sombra 
 Además  de aligerar las tareas de mantenimiento del jardinero, la sombra  también tiene ventajas a nivel de diseño, tanto en el tipo de plantas  que se pueden cultivar como en el propio impacto de la sombra en el  diseño de jardines. 
 Las especies que toleran la sombra son las  más raras y hermosas del jardín. Sus hojas y flores ofrecen una gran  variedad de tamaños, texturas y colores. A la sombra, se puede cultivar  la espectacular Gunnera manicata (ruibarbo gigante), con hojas que a  menudo alcanzan un metro de anchura, y la minúscula Soleirolia  soleirolü, que tapiza el suelo con brillantes hojas verdes tan pequeñas  como la uña del dedo meñique. También se puede elegir entre gran  variedad de formas y texturas desde los brocados como de encaje de los  helechos, astilbes, corydalis y Dicentra, hasta los amplios macizos de  Ligularia, Rodgersia, hydrangea y Mahonia. 
 Gran parte del color  de un jardín a la sombra proviene del follaje, especialmente de las  hojas jaspeadas. Variedades de bosta, Pulmonaria, Hedera (hiedra),  Elaeagnus, llex, Ajuga, Euonymus, Vinca y Lamium, presentan tiras, motas  o manchas blancas o color crema. El Caladium, la última definitiva  planta de sombra, presenta hojas moteadas en tonos crema, rosa, púrpura,  rojo-anaranjado o escarlata. 
 Además de las maravillas de las  plantas de sombra, también existe un exquisito surtido de flores cuyo  hábitat es la sombra. Algunas de las plantas que primero florecen, son  más espectaculares si no reciben sol directo: las perennes, como el  Helleborus, la pulmonaria, la prímula, el Galanthus, y la Scilla; los  arbustos con flor como el Hamamelis, el rododendro, y el Corylopsis; y  los árboles pequeños como el Cornus y el Cercis. 
 Bajo la luz  difusa de la penumbra, los colores de las flores resultan más saturados.  Los blancos y amarillos pálidos brillan sobre el fondo oscuro de un  rincón sombrío y no parecen mortecinos, como ocurriría a plena luz del  sol. De igual modo, los grandes contrastes entre tonos se amortiguan.  Naranja con azul, o amarillo con púrpura, que resultarían chocantes a  pleno sol, se suavizan a la sombra. 
 Analizando la sombra 
 Para  incorporar la sombra de forma coherente en el diseño del jardín, lo  primero es conocer qué tipo de sombra se tiene. Se deben entender los  distintos modos en los que se manifiesta y saber cómo seguir su rastro  mientras se alarga a través del jardín, de hora en hora, y en cada una  de las estaciones. 
 En general, las sombras tienen dos orígenes:  construcciones y plantas. Un tercer origen, más efímero, son los  fenómenos atmosféricos -nubes, niebla, incluso la polución, que pueden  filtrar gran parte de luz solar. Esta es la razón por la que en las  ciudades, en general, se tiene menos sol que en las zonas altas, secas y  aireadas. 
 Evaluar la luz que reciben las plantas es una ciencia  inexacta. Las medidas convencionales son la duración y la intensidad;  ambas varían en función de la hora del día, la estación y la Iatidud -la  posición del jardín respecto del ecuador (arriba y página anterior).  Sin embargo, la duración, a pesar de todos sus cambios, puede medirse  mediante una observación atenta. En cambio, la intensidad, requiere un  poco más de concentración. El sol es menos intenso por la mañana. Ello  se debe a tres razones: está más bajo, la tierra está más fría después  de toda la noche sin irradiación, y la humedad a ras de suelo es alta y  refleja parte de la luz. 
 El sol brilla con mayor intensidad al  mediodía, porque en esa hora sus rayos nos llegan de forma casi directa a  través de la atmósfera, con una desviación o dispersión mínima, y las  sombras son más cortas. Por la tarde, aunque el ángulo de los rayos  solares vuelve a ser más agudo, el sol sigue brillando intensamente  puesto que el calor del día ha evaporado la mayor parte de la humedad de  la superficie del suelo. 
 Categorías de sombra 
 Una  forma útil de comprender todo esto es organizar las sombras en  categorías generales a partir de la combinación de duración e  intensidad: 
 - Sombra parcial: es la sombra más soleada,  cuya zona recibe hasta 6 horas de sol directo, entre ellas 4 0 más por  la mañana, pero permanece a la sombra el resto del día. Muchas de las  plantas que se consideran de sombra toleran la sombra parcial si la  tierra se mantiene húmeda, especialmente en climas más frescos. Y muchas  de las plantas de sol se adaptarán bien a la sombra parcial. De todos  modos, es conveniente tener en cuenta que si 4 o más de las 6 horas de  sol se producen durante la tarde en lugar de por la mañana, esa misma  zona se considera situada a pleno sol. 
- Sombra filtrada o  moteada. El sol se filtra a través del follaje de los árboles más altos o  a través de los enrejados. Brilla todo el día, formando dibujos de  sombra cambiantes, por lo tanto tiene menos intensidad. La mayoría de  plantas crecen bajo este tipo de sombra, aunque las que prefieren el sol  directo producirán menos flores que si estuvieran a pleno sol. 
- A  plena sombra. El sol directo nunca alcanza una zona a plena sombra.  Algunas de estas zonas pueden tener una sombra densa, y pocas plantas  pueden vivir en estas condiciones. Sin embargo, una zona a plena sombra  puede disfrutar de una cantidad de luz considerable a través de los  reflejos del sol y el brillo del cielo. Normalmente estas son las  condiciones que se dan en la cara norte de un edificio, un cercado, un  seto o un árbol. Las plantas de sombra vivirán perfectamente si tienen  humedad y aire suficientes. En cambio, si los árboles se plantan  demasiado cerca, o se incluyen especies con muchas raíces justo debajo o  por encima de la superficie, la tierra no dispondrá de suficiente  humedad y sustancias nutrientes para las otras plantas. Este tipo de  sombra, llamado sobra seca, es la peor para la jardinería. 
Diseñar un jardín a la sombra 
 A  pesar de lo simples que pueden parecer estas categorías, probablemente  no existe ningún jardín que pueda considerarse a plena sombra. Ya que  ésta no sólo varía durante el día y a lo largo del año, sino que también  crece y se hace más espesa a medida que crecen los árboles y, de  pronto, desaparece cuando muere un árbol o se trasplanta. Por lo tanto  es importante tomarse el tiempo necesario para estudiar las sombras del  propio jardín en todas sus manifestaciones antes de hacer nada  irrevocable para cambiarlas. Observemos el jardín en invierno, cuando  tiene menos sombra, y en verano, cuando los árboles están llenos de  hojas. Marquemos donde toca el sol durante el día y a lo largo de todo  el año. Busquemos indicativos, por ejemplo la presencia de musgo, que  puede indicar las sombras en lugares en los que nunca habríamos  reparado. 
 Si existe alguna pared alta, o grandes árboles que  pueden impedir el paso de la luz de forma significativa, debemos  plantearnos la posibilidad de realizar algún cambio. Si la pared es  oscura, podemos pintarla de un color claro para que refleje mayor  cantidad de luz, o podar los árboles más espesos para esclarecer su  copa. Un paso mucho más drástico sería cortar el árbol. Esta acción debe  planearse con sumo cuidado; de todos modos, cabe recordar que esta es  una operación que puede resultar costosa e irreversible. Se deben  conservar los mejores árboles para sombra, especialmente aquellos con  raíces profundas y hojas pequeñas que no impiden que se filtren el sol y  la lluvia. Los más idóneos para climas templados son el roble, Kentucky  yellowwood (Cladrastis lutea) y el black tupelo (Nyssa sylvatica); el  olivo y el pino loblolly (Pinus taeda) se recomiendan especialmente en  climas cálidos; y el ciprés bald (Taxodium distichum) se adapta muy bien  a ' tierras pantanosas. 
 Lo peor para un jardín a la sombra son  los árboles con raíces poco profundas y espeso follaje que no permiten  que las plantas que crecen a su sombra reciban luz solar ni la humedad y  los nutrientes de la tierra. Las especies menos agradecidas son las  hayas (Fagus), los olmos (Ulmus) y los especialmente problemáticos arces  plateados, de Noruega y sugar (Acer saccharinum, A. platanoides y A.  Saccharum, respectivamente). Hay que eliminar los olmos y arces  plateados y llegar a una entente con las otras especies construyendo un  lecho alrededor del árbol o, en último extremo, podando las raíces. De  todos modos, cabe recordar que las raíces podadas pueden volver a  invadir la zona en sólo una estación. En tal caso, un jardín de  contención al pie del árbol puede ser la mejor alternativa