Un jardín a orillas de un lago
Una gran cantidad de lagos chilenos suman en sus riberas a un clima benigno un suelo especialmente fértil. Y de estos dos factores - que podemos en alguna medida aprovechar y manejar adecuadamente- depende el destino agrícola o forestal que puede adquirir el sitio. Junto con el respeto que se debe prodigar a la vegetación propia y a los cauces del agua, para que no invadan otros suelos, es necesario velar para que en su trayecto encuentre pequeños obstáculos que disminuyan su velocidad cuando la pendiente es muy pronunciada.
Recuerde que las plantas que llevan años en el lugar cumplen una vital función sujetando el suelo con sus raíces e impidiendo así que las corrientes de agua arrastren la capa fértil en destructiva carrera. Un grave ejemplo de esta situación es el del lago Rapel, del cual se cree -ya bastante saturado con los sedimentos que recibe- que a futuro llegará a colmatarse y desaparecer, debido a la carga de material que continuamente llevan hasta él los ríos Tinguiririca y Cachapoal. Construya belleza y producción en el jardín sacándole partido al atractivo de la vegetación que equilibra ecológicamente el lugar y cultive una chacra donde encuentre un suelo apto o de posible mejoramiento, sin intervenir sustancialmente las áreas de acumulación o corrientes de agua, tanto en lagos como en ríos y esteros.
La naturaleza y el entorno
Un importante número de cuencas se encuentran en zonas agrestes y alejadas de pueblos y ciudades, de manera que, con esta forma de proceder, su parcela tendrá un estilo acorde con su propia naturaleza y entorno. Esta característica implica a veces no contar con servicios básicos como redes de agua potable y electricidad, pero mediante el aprovechamiento de una caída de agua natural o provocada podrá contar con energía para alimentar un generador y hasta un molino.
Gran parte de la infinidad de lagos existentes en nuestro territorio se sitúan en zonas bajas y rodeadas de montañas, desde las cuales el agua se escurre y cae con fuerza. En la medida de nuestras posibilidades, podemos limitar su velocidad y en un punto del trayecto instalar un generador de electricidad.
Particularmente en el sur se cosechan con éxito las habas, lechugas, cebollas, arvejas, papas, acelgas, chalotas y ajos, muchos de los cuales se producen mediante un sistema de riego que levanta agua del lago con bombas o empleando la fuerza del caudal de un estero o arroyo a través de aspas.
El huerto en el jardín
Si cuenta con una acumulación de sedimentos arrastrados hasta la ribera del lago, cultive en ella una surtida chacra. De no haberla, aproveche el clima benigno de que goza el lugar; creando una capa de suelo enriquecido con buena tierra y abonos orgánicos y siembre en él hortalizas para el consumo familiar. Agua no le faltará, ya que si no la toma de un curso cercano o del lago, será porque cuenta con suficientes lluvias que le facilitarán las labores de cultivo y suplirán en forma natural las necesidades de agua.
Allí se cultivan fácilmente los berries, como la murra alemana y la frambuesa. También se dan, en forma silvestre, la rosa mosqueta, la zalzamora y la murta, con la que se hacen los famosos y ricos kuchenes de Valdivia.
Peces y camarones
Una parcela de lago permite además la crianza de peces y de camarones de agua dulce. Las ovas se compran y se desarrollan en recipientes y piscinas especialmente habilitadas para el efecto, dentro de la cuenca o junto a ella, empleando su misma agua. Este sistema impide la contaminación si se emplean receptáculos de purificación anteriores a la devolución del agua al lago y facilita los cuidados y trabajos propios del rubro.
En forma complementaria, los sistemas ecológicos propios del lugar incluyen por lo general bosques nativos que contribuyen notablemente a aumentar la belleza del lugar y constituyen una riqueza en sí mismos. Por añadidura, cerca de los árboles encontrará numerosas especies de hongos, algunos de gran valor culinario y nutricional.
El espacio se presta, asimismo, para la crianza de animales y aves, como gansos, pavos y gallinas, además de pudúes, patos y coipos, que viven junto a los lagos en forma natural y autosuficiente,
Viéndolo así, una parcela en el lago, como en las mejores tierras agrícolas, es una verdadera fuente de atrayentes alternativas no sólo para el autoabastecimiento, sino también para una producción comercial
