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Cultivo que abona la tierra

Sembrar habas significa alimento y abono para la tierra empobrecida luego de que otros cultivos han extraído sus nutrientes, o para mejorar un terreno poco fértil. Lo anterior justifica plenamente la incorporación a nuestro huerto de esta nutritiva leguminosa originaria de Europa y Asia, y, por añadidura, estimula su consumo en estado fresco, congelado o seco.
Muy apetecidas en la alimentación naturista por su riqueza en sustancias minerales, son deliciosas aderezadas como ensalada de verano. También se pueden acopiar las que han sobremadurado en la mata al finalizar el verano y dejarlas secar sin hollejo. Los árabes las consumen así, deshidratadas y tostadas con sal, una receta que tiene cada vez más aceptación a la hora del aperitivo. Deben quedar crujientes y quebradizas.
Para utilizarla como abono verde, una vez terminada la recolección, entierre lo que queda de la planta, la cual tiene la propiedad de desintegrarse rápidamente, en las primeras vainas, de grano tierno, comienza una recolección escalonada. Al realizar el verano, lo que queda en la mata se cosecha para deshidratar.

Requerimientos

La haba es una planta de invierno que supera a la arveja en rusticidad. Sin embargo, aunque resiste heladas intensas, en las siembras demasiado tempranas los fríos o heladas persistentes producen la caída total o parcial de las primeras flores.
En materia de suelos, tolera una amplia variedad, prefiriendo aquellos de textura firme, siempre que estén bien drenados. De ser necesario el empleo de abonos, conviene agregar una pequeña proporción de fertilizantes orgánicos en los surcos de siembra, ojalá previamente, porque el contacto de una dosis fuerte con la semilla puede dañarla. Es más seguro aplicarlo al lado o bajo la línea de siembra.

Siembra

Cien gramos contienen alrededor de 70 semillas de regular tamaño, con elevado poder germinativo. Siembre a mano, en líneas distanciadas por 80 cm a 1 metro, según sea la fertilidad del suelo y el tamaño de la variedad que esté utilizando. Abra los surcos con un arado de palo y esparza la semilla grano por grano, cada 30 a 35 cm. Luego cubra la simiente con una pasada lateral de arado.
Haga las primeras siembras en marzo, prosiguiéndolas en abril y mayo. Si lo desea, puede prolongarlas hasta setiembre - octubre, aunque las siembras tardías están más expuestas a los calores de la primavera y los ataques de la "larva minadora" y "botrytis", a menos que se encuentre en el sur.

Variedades

En nuestro país se cultivan básicamente dos tipos de esta legumbre, uno de los cuales es la haba morada, cuya semilla es de intenso color violeta, con vainas de tamaño mediano y tres a cinco granos. Está bastante difundida en Chile, donde hasta cierto punto se ha "acriollado".
A este tipo corresponde la tezieriviere, una variedad sumamente precoz y rendidora que se introdujo algunos años atrás. Produce vainas pareadas y de a tres, largas, con 4 a 6 granos de excelente calidad, en una planta de altura mediana. El segundo tipo es la haba blanca, que tiene semillas de color pardo claro verdoso, con vainas largas de 4 a 6 granos. En este grupo destaca la variedad precoz agua dulce, cuyas vainas, poco numerosas, son de tamaño extraordinario, con 8 a 9 granos. En ella existen varias razas o líneas.

Enfermedades y plagas

Las enfermedades que con mayor frecuencia afectan a esta especie son la mancha chocolatada, roya y mosaico. La primera de ellas es causada por el hongo Botrytis fabae
y produce manchas de color gris chocolate en la lámina de las hojas, provocando la muerte del tejido. En ataques fuertes mueren tallos y hojas antes de la floración, especialmente en una primavera húmeda. Para evitarla conviene que los suelos estén bien drenados o que tengan poca retención de agua. Cuando se observa la presencia de esta enfermedad, se recomienda arar después de la cosecha, para enterrar los restos.
La roya o polvillo también es provocada por un hongo, el Uromyces fabae, cuyos daños pueden ser muy serios si el ataque ocurre muy temprano. Cuando está presente, aparecen pequeñas pústulas de color café-rojizo y aspecto pulverulento sobre el follaje. En ataques fuertes, las hojas acaban amarilleando hasta secar y la planta se debilita y muere.
En cuanto a las plagas que gustan de hospedarse en las habas, las principales son la mosca de la semilla, el minador de las hortalizas, la polilla del fréjol, pulgones negros, pulgón de la papa y el bruco del fréjol.
La mosca destruye las semillas después de la siembra, mientras que los pulgones forman colonias en los brotes de crecimiento, y rara vez en estos casos se requiere de la aplicación de aficidas o insecticidas.
La polilla del fréjol, además de penetrar las vainas, puede causar un daño serio en las flores, en tanto que el bruco del fréjol es capaz de destruir las semillas en almacenamiento.
La plaga más frecuente es el minador o mosca minahojas, que daña más intensamente las hojas basales, dándoles un parcial color oscuro, a veces confundible con una enfermedad fungosa. Sin embargo, comúnmente esta plaga no requiere de control químico, a menos que haya un ataque intenso en plantas jóvenes.

Cosecha

Realice las recolecciones escalonadamente, haciendo varias en la temporada a partir del momento en que las vainas están a medio desarrollo y sus granos tiernos o a medio grano. Mientras tanto, aplique riegos intercalados, para mantener la lozanía de la planta y del producto. El atraso en la recolección daría como resultado una gran cantidad de habas endurecidas, que no pueden consumirse frescas.
Por su rusticidad, su aporte nutricional y facilidad de manejo, la siembra de esta leguminosa en extensiones variables y localización rotatoria, según las necesidades del suelo, es doblemente conveniente