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Planificación de las raíces


Un buen ejemplo de raíces mal planificadas son aquellas que alteran los cimientos de la casa, a causa de una especie mal elegida para el lugar menos apropiado. Otras situaciones menos graves las provoca el taponamiento del sistema de alcantarillado con raicillas o la obstaculización de unas especies hacia otras.

Es por ello que, para determinar el tipo de arbustos o árboles que vamos a plantar, así como las distancias que debemos guardar entre ellas y la compatibilidad de ciertas hortalizas en el huerto, conviene conocer las raíces que desarrollan, tanto como su follaje.

Las plantas están compuestas o conformadas por raíz, tallo, hojas, flores, frutos y semillas, partes que podemos diferenciar claramente y que cumplen funciones muy específicas.

Si analizamos en un primer lugar la raíz y las funciones principales que en ella tienen lugar, veremos que la más evidente que cumple la raíz, y que podemos fácilmente observar, es la fijación de la planta al suelo y su mantenimiento en posición generalmente vertical. Para lograr esto, las raíces se ramifican en forma profusa y repetida en el suelo. La profundidad que alcanzan es variable según la especie y/o variedad.

Medio de captación

Otra función de la raíz, y sin duda la más importante, es la absorción del agua y de los minerales del suelo, los que conducen hacia el tallo, hojas, flores, frutos y semillas para su crecimiento, desarrollo y reproducción.

El extremo o ápice de cada raíz se denomina cofia o pilorriza, cubierta formada de células de crecimiento dé la raíz, sobre el cual hay otra zona de alargamiento. Por encima de esta última se encuentran los pelos radicales, radiculares o absorbentes, a través de los cuales se absorbe la mayor parte del agua y de las sustancias minerales.

Los botánicos suelen distinguir dos tipos comunes de raíces:

  • Fibrosas o difusas. Están constituidas por muchas raíces delgadas y de tamaño casi igual. Ejemplos de este tipo son las de gramíneas, como trigo, cebada y ballica.
  • Raíces típicas, constituidas por una extensión principal o pivotante, grande y única, que generalmente se dirige en línea recta hacia abajo, rompiendo el suelo. Tiene también, en forma lateral, raíces secundarias más pequeñas y, sobre éstas, los pelos radicales que ya hemos mencionado.

Raíces especializadas

Tal como se organizan las diferentes funciones de todos los seres vivos, en las plantas hay raíces especializadas. Un tipo de ellas se presenta en plantas muy desarrolladas, muy altas, como el maíz, cuyo órgano subterráneo está formado por extensiones fibrosas incapaces de sostener por sí solas a la mata o caña. Con su peso y altura, más la acción del -viento, harían que la planta se volcara o tendiera, lo que se contrarresta mediante un segundo sistema de raíces propio del maíz, que crecen sobre el suelo en el tallo de la planta, sirviendo como anclaje. Se denominan raíces adventicias.

En algunas plantas, como la papa, la zanahoria, los rábanos, la betarraga y los nabos, las raíces principales son especializadas y cumplen otra función muy particular, como es la de almacenar grandes cantidades de alimento.

El crecimiento y desarrollo de las raíces es muy variable, según la especie de que se trate. Así, en el caso de la alfalfa, que en promedio crece unos dos metros sobre el suelo, en sus profundidades se han medido raíces que superan los diez metros, desarrollándose en busca del agua necesaria para su crecimiento y como medio de transporte de los nutrientes. Sin embargo, entre los árboles mayores hay algunas raíces muy superficiales, y por ello cuando hay temporales de viento se arrancan con facilidad; en cambio otros poseen raíz pivotante profunda y raíces laterales también muy desarrolladas, que fijan muy fuertemente el árbol al suelo. Así, a estas especies adaptadas a esa condición climática, es imposible que el viento pueda arrancarlas, por más fuerte que éste sea.

El paso del agua desde el suelo a los pelos radiculares y de éstos a las raicillas, raíces, tallos y al resto de la planta, tiene lugar por una serie de principios físicos de osmosis y presiones radiculares.

La raíz posee, además, una fuerza que los científicos denominan geotropismo y que consiste en que siempre se dirige hacia abajo -hacia el centro de la Tierra-, cualquiera sea la posición que tengan. Este es un fenómeno inverso a la fuerza que tienen los tallos y hojas de las plantas, llamado fototropismo, que los lleva a buscar siempre la luz. Crecen, por lo tanto, hacia afuera del suelo o de la tierra, como buscando el sol.

Su nacimiento se produce a partir de las semillas, en la generalidad de los casos; pero también a partir de partes de un vegetal, como trozos de tallos, de ramas, hojas o de otras raíces, que al enterrarlos o darles el medio adecuado, es posible inducir el arraigamiento y generar una nueva planta o un nuevo ejemplar. Es una de las formas utilizadas en la multiplicación de flores en viveros.

Las descripciones contenidas en la literatura sobre cultivos y paisajismo, hacen referencia al tipo de raíz que cada especie desarrolla. Le recomendamos tomar en cuenta esta información antes de determinar su ubicación y asociación con los objetos o plantas situados en las proximidades