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Los superabsorbentes en la agricultura


Hace unos años, este producto hubiera parecido una amenaza del espacio exterior, algo así como la punta de lanza de una acción extraterrestre destinada a dejarnos sin una gota de agua y propiciar la muerte de la especie humana, para facilitar la posterior y definitiva invasión de la Tierra.

Pero ahora, cuando esas afiebradas pesadillas quedaron atrás luego que el hombre pisó la Luna hace 25 años, hay más gente en el planeta, menos superficies cultivables, proporcionalmente menos comida y al parecer las temporadas de lluvia llegan cada vez más deprimidas, estos sorprendentes artefactos aparecen como una verdadera bendición del cielo que permitirá, eventualmente, la perduración de la vida tal y como la conocemos.

Son los superabsorbentes, unos copolímeros que tienen como misión retener agua y almacenarla, para luego entregarla mediante procesos mecánicos simples en donde requerida.

Los que más contentos están con su llegada al mercado son los agricultores. Para ellos, la fabricación comercial y ya no sólo experimental de los superabsorbentes es una de las mejores noticias del siglo, fundamentalmente porque ese hecho les ha puesto en las manos una herramienta capaz no sólo de multiplicar su potencial productivo, sino que también les amplía el rango de acción geográfica, al convertir en explotables terrenos que tradicionalmente eran considerados un problema por su sequedad.

¿Qué son y para qué sirven los caldos de cultivo?

No son más de lo que su nombre no científico explícita: elementos con una capacidad de absorción de líquido, específicamente agua, superior a la que tienen otros absorbentes. Son artificiales, sintéticos, no naturales y sirven para elevar de manera sustancial el rendimiento de los terrenos agrícolas en relación al riego.

El principio básico de funcionamiento de estas maravillas tecnológicas se encuentra en las reacciones químicas y eléctricas que experimentan una vez que entran en contacto con el agua, pues convierten su estructura en una virtual esponja capaz de almacenar por largos períodos cantidades del vital elemento hasta 600 veces superior a su tamaño original (claro que en condiciones óptimas).

La idea es que estas ingeniosidades, por ser tan eficientes en lo que a guardar agua se refiere, pueden ser ocupadas para transformar en fértiles suelos que antes no lo eran o no lo podían ser por la falta de agua. Los superabsorbentes, tras ser mezclados con la tierra, se convierten en verdaderos depósitos acuosos que, gracias a su estructura cristalizada y en la medida que son requeridos, proporcionarán a las plantas allí instaladas el agua que necesitan para su desarrollo y crecimiento.

Por sus propiedades retráctiles (dilatación y contracción), los superabsorbentes proporcionan a los suelos agrícolas una "movilidad" altamente beneficiosa, pues les permiten realizar sus procesos de ventilación y oxidación de manera eficiente y no traumática. Es decir, un terreno que contiene superabsorbentes no necesita ser constantemente "dado vuelta".

Sólo para eruditos

De aparición relativamente reciente, estas sustancias cristalinas deben su peculiar capacidad de retención de agua al modo en que sus moléculas están estructuradas internamente. Las forman diversas cadenas de átomos conectados por enlaces transversales, y al entrar en contacto con el agua, los principales de esos enlaces se repelen por efectos eléctricos. En ese momento las moléculas de agua penetran la estructura, quedando capturadas en los intersticios atómicos del cristal.

Principales beneficios de los caldos de cultivo

Siendo algunos de los principales problemas que tiene que enfrentar un agricultor en sus labores los que tienen que ver con el alto costo que significa la mantención del cultivo, la falta de agua y las condiciones climáticas adversas, el exceso de salinidad del suelo, la erosión, el mal manejo de los fertilizantes y la evaporación o percolación del agua, dependiendo del terreno, los superabsorbentes aparecen como una gran solución inmediata, ya que por sus cualidades mecánicas intervienen directamente en el manejo de esas variables y otras tantas.

En lo que respecta a la mantención de los cultivos, estas maravillas cristalizadas garantizan, tras su aplicación en el terreno, un ahorro sustancial, pues la frecuencia del riego disminuye y la cantidad de agua necesaria para abastecer un terreno baja en más del 50 %.

La evaporación y la percolación -filtración a capas profundas- del agua, directamente ligadas a las condiciones climáticas de sequedad -la primera- y a las de calidad del suelo, la segunda, también son controladas por la acción de los superabsorbentes, ya que su capacidad de retención del líquido ayuda a que esté no se pierda por la acción mecánica del sol o la gravedad.

Y en cuanto al suministro de fertilizantes y a la salinidad de los suelos, debido a que los superabsorbentes entregan su contenido de manera controlada a las plantas, éstas siempre obtienen lo que precisan y nada más.

Otro de los beneficios del uso de superabsorbentes reside en que retienen el agua en el sector más conveniente del suelo, de acuerdo a las necesidades de desarrollo de las plantas. Ese se ubica entre los 10 y los 50 centímetros de profundidad, que es donde están las raíces secundarias de los vegetales, las que mayor cantidad de pelillos absorbentes tienen. Tal hecho evita que las plantas se desgasten profundizando sus raíces en busca de los vitales nutrientes, que la erosión avance y que la capa vegetal desaparezca.

Es importante destacar que la vida útil de estos cuerpos en la tierra oscila entre los seis meses y los cinco años, dependiendo de las condiciones químicas y mecánicas del suelo. Y que una vez que ya no prestan servicio son biodegradados por las bacterias del terreno, sin producir ningún tipo de alteración tóxica en los vegetales o en los suelos.

Usos prácticos de los caldos de cultivo

De seguro habrá más de alguien que piense que gracias a los superabsorbentes ahora es posible meter el agua en un saco y llevarla de aquí para allá, cosa que es factible, pero no el uso más adecuado de esta nueva herramienta agrícola. La verdad es que lo de los superabsorbentes va por el lado de ayudarle a la tierra a ser más eficiente con el agua y los nutrientes con que cuenta, pero ahí mismo donde se encuentra, sin moverla de sitio.

Sin ir más lejos, están recomendados para enmendar o mejorar suelos ligeros, arenosos, compactados o arcillosos; para el preparado de sustratos destinados al cultivo en tiestos, jardineras y terrazas, tanto en interior como exterior. También pueden ser aplicados en el acondicionamiento de terrenos que recibirán plantíos extensivos, tales como alfalfa, trébol, ray-grass, pasto alemán, maíz forrajero, etc.

En la jardinería extensiva ornamental, en la horticultura intensiva (apio, lechuga escarola, acelga, espinaca, col, pimiento, berenjena, zanahoria, tomate, ajo, cebolla, etc.) y en el cultivo en extensivo de hortalizas (melón, calabaza, sandía, pepino), los superabsorbentes pueden hacer de las suyas en beneficio del agricultor y su bolsillo. Así como en los suelos destinados al sector frutícola arbóreo, en cultivos tan rentables como de manzanas, cerezas, peras, duraznos, naranjas, aceitunas, almendras, paltas, chirimoyas, membrillos, ciruelas, castañas, nísperos y avellanas.