.

.
Tu jardin y piscina en manos de confianza

.

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Jardín de invierno rincon de bonanza,monte pinar,molins,benejuzar

Siempre verdes para el jardín de invierno 

En el jardín, durante todo el año las siempre verdes cumplen la función de ocultar vistas desagradables o la de proteger o ser el fondo adecuado para otras plantas. Sin embargo, lo fundamental es que en invierno son las plantas que dan belleza y apaciguan el lugar, porque se trata de la estación en que ya han desaparecido las hojas y los árboles y arbustos caducifolios sólo muestran sus ramas desnudas. En tal situación, las siempre verdes aportan su forma y su color, su altura v su masa, para cumplir las funciones de elementos estructurales.
Las plantas siempre verdes pertenecen a dos grupos: el de las hojas anchas y el de las agujas, y uno y otro presentan variedades normales y enanas. Como las caducifolias, dan flor y fruto, y algunas adquieren un colorido especial en invierno. Aisladas o formando un conjunto, a lo largo de las paredes o plantadas como seto, el denso follaje oscuro de las siempre verdes es majestuoso. Además, todas las variedades son muy adaptables, combinadas entre sí o con otras clases de plantas.
La textura fina del pinabeto de agujas cortas o del pino de agujas largas hace un bonito contraste con el follaje brillante, de hojas anchas, de un rododendro 0 de un acebo. Tampoco se debe olvidar la oposición entre cualquiera de los grupos de siempre verdes y las ramas desnudas de una lila o las hojas arqueadas, ya secas, de las herbáceas ornamentales.

Siempre verdes de hojas anchas

Integran este grupo las magnolias, los acebos y rododendros, con sus hojas verdes recias y brillantes y sus llamativas flores o bayas; a menudo se sitúan agrupadas entre sí o unidas a alguna conífera. Las siempre verdes de hoja oscura y pequeña -boj, Cotoneaster y distintos agracejos- pueden formar setos muy adecuados para destacar sobre ellos plantas de colorido brillante.
Muchas siempre verdes de hoja ancha tienen un follaje matizado que contrasta con el de plantas menos vistosas. Las enredaderas invernales de hojas bordea das de plateado, el acebo inglés, el evónimo dorado, Leucothoe fontanesiana y Pieris japonica "Variegata" tienen bordes blanquecinos o amarillos en sus hojas, gracias a lo cual pueden hacer juego con los tonos blanco azulados del abeto azul de Colorado, por ejemplo.
Aparte de sus fragantes cascadas de flores blancas invernales, la andrómeda también luce sus brotes de un rojo burdeos brillante, y se integra en el grupo de las siempre verdes de hoja ancha que en invierno tienen follaje rojo. En su madurez, llega a unos 3,50 m de altura. El acebo de Oregón alcanza la mitad de esta altura, pero es muy vistoso cuando están abiertas sus perfumadas flores amarillas, entre las hojas espinosas de tono rojo azulado. Estos arbustos color caoba también hacen buenas combinaciones con las coníferas verde azuladas.
Varias siempre verdes rastreras de hoja ancha se vuelven de color bronce en otoño, como por ejemplo Arctostaphylos uva-ursi "Massachusetts", la enredadera de hoja purpúrea y Leucothoe marítima baja.
Otra siempre verde, Cotoneaster dammeri, de bayas rojas brillantes y ramas que se extienden por el suelo, toma un color rojo anaranjado en otoño. Si entre sus ramas rojizas se plantan bulbos tardíos, las flores tendrán una base llamativa, que establece un contraste con las hojas verdes de los bulbos y armoniza con los tonos morados y amarillos de las flores. Las plantas rastreras también ayudan a disimular el follaje marchito de los bulbos, cuando termina la floración.

Las siempre verdes aciculares

No hay mejor símbolo del paisaje invernal que el perfil de un pino, un abeto o un pinabeto cubierto de nieve. De estas coníferas emana un aire de permanencia y dignidad, de vitalidad indomable aún bajo el hielo. Además, muchas siempre verdes aciculares producen bonitas piñas, frutos o bayas, y las de forma arbustiva -como el falso ciprés, el enebro, el tejo y la tuya- son excelentes para hacer setos o reparo a otras plantas.
Por sus formas compactas, de textura fina, las siempre verdes aciculares también se pueden emplear como especímenes de gran impacto ornamental. Distintos tipos de una misma variedad de conífera pueden presentar características diversas. Por ejemplo, las ramas del Pinus densiflora "Pendula" (pino rojo japonés colgante o "Ilorón") llegan hasta el suelo, en tanto que el P. d. "Umbraculifera" (pino japonés sombrilla) tiene una copa plana, parecida, precisamente a una sombrilla. En cambio, hay especies distintas que tienen iguales atributos: Thuja "Filiformis" (tuya colgante) tiene ramas colgantes que parecen un encaje, tal como las del Juniperus scopulorum "Tolleson's Weeping Juniper" (enebro colgante o "Ilorón").

La forma dice mucho

Las figuras geométricas contribuyen con eficacia a concretar el diseño y el aire de un jardín. Las formas robustas, como las columnas rectas del falso ciprés o del cedro rojo, son para la mirada una especie de signo de admiración. Crean un entorno más severo y formal que el configurado por los conos o pirámides de los abetos; precisamente por su carácter notorio deben usarse con parsimonia, como detalles y no en un conjunto amplio.
Las plantas de perfil esférico, como el evónimo, son relativamente neutras, y vienen bien para cubrir vacíos. Las formas que se expanden en línea horizontal, como muchos enebros bajos, son adecuadas para bordear un sendero o para conducir la mirada a lo largo del diseño. Las plantas en forma de vaso (campaniformes), como Zelkova serrata (zelkova japonesa) y Prunus serrulata (cerezo japonés de flor), dejan mucho espacio bajo sus ramas, por lo que se suelen plantar a los lados de los caminos. Por sus formas, el Cedrus Libani "Pendulá" (cedro libanés colgante) y Pseudotsuga menziesíi "Pendula" (abeto Douglas colgante) son adecuados para cubrir los flancos de una colina o una cuesta.
Algunos pinos y abetos son notables por la peculiar irregularidad de sus ramas y por sus troncos inclinados, como si los vientos del mar o de la mon taña los hubiesen torcido. Estos árboles se adaptan muy bien a los arreglos de tipo naturalista, sobre todo si proyectan su silueta contra el cielo.

Variaciones sobre un tema de verde

A la forma se suman las variaciones de color que vivifican la paleta invernal. Muchos matices están presentes en el espectro del verde, desde el amarillo hasta el verde grisáceo y el verde azulado, tanto oscuros como claros.
Otros dos importantes colores de siempre verdes aciculares son el amarillo dorado cálido y el gris azulado frío. El enebro, el falso ciprés y el pinabeto destacan entre las coníferas por sus variedades doradas y azules. El enebro "Pfitzer", de puntas doradas, combina en su follaje el verde grisáceo y las manchas doradas. El falso ciprés Chamaecyparis obtusa "Crippsii" luce todo el año su follaje dorado, parecido al de un helecho, y tiene una luminosidad especial en medio de la nieve. El falso ciprés Chamaecyparis pisifera "Filifera Sungold' es parecido, pero su follaje interior mantiene un tono verde brillante. La tuya americana adquiere los matices cálidos de un color bronce, que combina muy bien con los cornejos de ramas amarillas o rojas.
El falso ciprés, el enebro y el pinabeto cuentan con variedades azules. Quizá la más conocida sea el abeto azul de Colorado, de forma recta y maciza. El falso ciprés Chamaecyparis pisifera es una siempre verde enana de follaje delicado y fino. Dos tipos de Juniperus horizontalis son excelentes para cubrir el suelo: son el enebro "Bar Harbor" y el "Blue Rug", cuyas ramas laterales cortas crecen apartadas del suelo.