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- Una vez concluidos los movimientos de tierras, la albañilería, los equipamientos y con el riego instalado, se procede a la preparación del terreno para la plantación y a la siembra del césped (si es que lleva).
- Se vuelven a limpiar los restos de materiales de obra, escombros, maleza, piedras grandes, etc.
- Se labra el suelo a unos 25 cm de profundidad. Esta labor se realiza con motocultor mecánico o con azada, con ésta siempre que sea una superficie pequeña. El terreno debe estar ligeramente húmedo para ser labrado, ni muy mojado, ni muy seco.
- Se reparte por toda la superficie donde irá el césped una capa de estiércol, mantillo o turba, a razón de 600-800 kilos por cada 100 metros cuadrados de parcela.
- También se recomienda donde vaya el césped, además del abono orgánico anterior, aportar fertilizantes minerales ("bolitas"), unos 6,5 Kg por cada 100 metros cuadrados de abono complejo 15-15-15, por ejemplo.
- Mucha gente siembra directamente el césped sin aportar antes ni materia orgánica ni fertilizantes minerales, pero lo ideal sería hacer ambas operaciones de abonado, al menos, una de ellas. Igual ocurre con la arena, que a veces es conveniente aportarla para mejorar el drenaje de suelos arcillosos y no se hace.
- Se da un pase con motocultor para enterrar el abono orgánico y/o mineral y se procede a las plantaciones y siembras.