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Accidentes en el huerto

Quienes nos iniciamos en la horticultura, estamos propensos a guiarnos por la intuición o acoger recomendaciones que a menudo no tienen una base técnica, frente a percances generados por la naturaleza y no controlables totalmente. Lo mismo hacemos ante la inhibición de los procesos de desarrollo de nuestras plantas. Para enmendar esa tendencia, conviene conocer los efectos de los accidentes climáticos y productivos.
Las heladas dañan los tejidos de tal forma que paralizan o entorpecen el proceso de absorción y asimilación de los nutrientes y las funciones respiratorias. Si el daño es parcial, algunas especies como el maíz suelen ser recuperadas con fuertes aplicaciones de fertilizantes especialmente nitrogenados, como salitre o urea.
Algunas heladas ocurren en períodos más o menos conocidos, lo que permite tomar algunas medidas preventivas parcialmente eficaces: generando humo espeso, para evitar un deshielo violento, o eludiendo las bajas temperaturas al aplazar la fecha de plantación o siembra, hasta que el peligro haya pasado. El éxito es relativo, porque las heladas son intempestivas y no respetan fechas.
En cuanto a las lluvias, cuando son copiosas, pueden causar problemas serios después de una siembra, pues la semilla puede malograrse o las plántulas asfixiarse sin superar la capa de suelo endurecido que se forma posteriormente. Para evitarlo, es necesario mantener buenos desagües y sembrar de preferencia en "mesas". Los surcos que las separan permiten un escurrimiento fácil de las aguas.
En el caso contrario, las sequías producen efectos muy conocidos: la carencia de agua impide la absorción de los nutrientes.
Los golpes de calor afectan particularmente a los tomates, berenjenas, zapallitos italianos, pepinos y melones, entre otros, cuyos frutos se decoloran cuando reciben asoleadas intensas. Si éstas persisten y originan un ambiente muy cálido, inhiben la fecundación de las flores y su fructificación.
Los vientos causan la tendedura de algunas especies, cuyas plantas están crecidas. En el caso de las arvejas, pueden incidir en la floración y dar lugar a un ambiente propicio para un ataque de hongos. En los viveros de espárragos, da lugar a la caída y la quebradura de tallos en su base

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