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Tu jardin y piscina en manos de confianza

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Un jardín a pleno sol

Un jardín en una zona desértica es doblemente placentero, pues su clima y vegetación organizada con buen gusto nos obsequia un grato contraste.
Esta ambientación también puede recrearse artificialmente en regiones menos secas, con recursos al alcance de la mano que pueden dar resultados sorprendentes.
Para ello se utilizan elementos visuales que proporciona el propio clima. El efecto que se busca crear, mediante recursos distintos, es una sensación de paz, de sol eterno y paisajes transparentes.
El desafío consiste en cambiar, en primer término, el concepto conservador de jardín que predomina entre nosotros, con el clásico césped protagonizando los espacios, amén de piscinas y fuentes. Dejemos de lado todos estos prototipos y demos espacio a la naturaleza nortina en nuestro propio suelo.
Los materiales a usar son mayoritariamente rústicos, de fácil mantenimiento y mucho contraste. Para suelos y senderos emplearemos conchuela, huevillo, escoria mineral, ladrillo molido o cualquier otro que nos proporcione color y textura atractivos.
Para los elementos constructivos o decorativos de mayor envergadura, utilice principalmente piedras de diverso tamaño, color y forma, estableciéndolas de tal manera que evoquen vertientes y pircas o aplicándolas en la construcción de jardineras de estructuras sencillas y naturales.

Los componentes del jardín de clima desértico

El principal componente es, por supuesto, la vegetación, particularmente aquellas especies de tipo suculento y resistente a la sequía. Para que le sirva de guía en el diseño, consulte la siguiente lista clasificada según tamaño y recomendación de uso.
  • Rastreras y cubresuelos: Especies suculentas que ayudan a reemplazar el césped y plantas florales. Algunas de ellas son la doca, copiapoa, echeveria y verbena, entre otras.
  • Arbustos: Especies persistentes de flor o follaje vistoso: agave, aloe, opuntia, trichocereus, puya, guayacán y mayo.
  • Árboles: Especies grandes e imponentes, representativas de la zona: pimientos, algarrobos, palma chilena (si el espacio es grande) y espinos.
Para llevar a cabo el diseño comenzaremos por reproducir las características geológicas que diferencian al desierto, a través de sinuosidades y desniveles; taludes; pequeños montículos y depresiones. Con ellos otorgaremos un movimiento natural al espacio.
Asimismo, reproduciremos los paisajes propios del norte, con sus playas, vertientes, desierto, roqueríos y oasis, mediante los colores y texturas de los materiales áridos. La construcción de un río seco adornado con piedras de distintos colores, recorriendo el jardín al ritmo de la vegetación, representará las pequeñas fuentes de agua que, surgidas de la nada, dan mucha vida a la zona.
Este río deberá estar sin agua durante el invierno, para evitar el crecimiento de malezas, contando para ello con un sistema eficiente de drenaje para la época de lluvias. Lo ideal es incorporar agua durante el verano, para dar frescura al ambiente.
Los distintos sectores del jardín o parcela se conectarán entre sí y con la vivienda, con el vivero o una bodega, mediante la construcción de un sendero que irá bajando desde la casa y cruzando eventualmente el río seco a través de un puente rústico habilitado como mirador. Al final del camino conviene ubicar un estar compuesto de una pérgola y una banca.
El resto del jardín se compone de subidas y bajadas provocadas por los distintos niveles del terreno, todos los cuales pueden ser destinados a diferentes usos o perspectivas paisajísticas.

Las dunas del jardín de clima desértico

Las playas y las dunas del norte pueden ser evocadas mediante un gran círculo de arena en el centro del jardín.
La vegetación arbórea estará dispuesta en pequeños grupos y asociada según sus necesidades de agua. Su volumen contribuirá, con los diferentes niveles, a jugar el papel de laberinto visual que esconde y luego asoma a medida que se avanza en su recorrido.
Si a todo este "juego" se le agrega agua en' él río seco, la sensación de amplitud aumentará con sólo cerrar los ojos y escuchar su sonido sumado al movimiento de las hojas de los pimientos y algarrobos, desde el punto más alto o más bajo del jardín.
Para diseñar este espacio de solaz, utilizamos los conceptos milenarios de los jardines japoneses y los incorporamos a los elementos naturales de nuestro paisaje nortino. Así reproducimos un ambiente con mucho movimiento, color y simbolismo, con nuevas propuestas de diseño que rescaten los tan variados hábitats que contiene nuestra geografía.
Queremos destacar de esta innovación la posibilidad de lograr que un espacio entregue día tras día nuevas sensaciones y que juegue un rol importante dentro del desarrollo de nuestros hijas, como elemento motivador de los sentidos y la imaginación, por medio de nuevas formas, olores, colores, texturas y otros estímulos sensoriales. Además tendremos la ventaja de contar con un hermoso jardín, distinto del prototipo común y con un costo de mantención muy bajo.
Las piedras se pueden colocar sobre el ladrillo molido dejándolas sobresalientes 5cm del nivel del suelo.
Su creación se mantendrá sola, casi sin que usted lo note. Únicamente preocúpese de entregarle elementos interesantes y deje volar su imaginación, desafiándola a reproducir nuevos ambientes naturales.
Para construir el río seco, utilice principalmente piedras de diverso tamaño, color y forma, ordenándolas de manera sencilla y natural. La vegetación estará compuesta particularmente de especies de tipo suculento y resistente a la sequía