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Sendas y descansos entre macizos y arriates canais,benidorm,altea,la nucia,calpe,benissa,xalo

Un espacio sombreado para una contemplación serena

Un diseño imaginativo conseguirá que el jardín sea algo más que un simple sitio para las flores favoritas. Con un despliegue bien pensado de plantas que abarquen una amplía paleta de colores, texturas y formas, es posible crear un arriate o combinaciones de ambos que, como en el caso de los que se muestran a continuación, transformen el jardín en el escenario de tranquilos paseos o en un punto de destino encantador.

Un perfecto desfile de colores

Dentro del marco definido de un seto de boj bajo, este arriate de un jardín de Long Island, en Nueva York, regala a los paseante una gran diversidad de flores de distinto color. Los arriates tan dinámicos y bien logra dos como éste a menudo dependen del entorno natural con que cuenten -el seto de boj y los árboles altos del fondo- y de los elementos añadidos por el hombre, en este caso una valla de estacas apuntadas que limita el espacio. Los matices de rosa, en las flores de ulmaria o reina de los prados, de milenrama y de astilbe, se repiten en todo el arriate para crear un ritmo agradable. El boj bien cuidado cumple una función de contraste frente a la gran complejidad y la irregularidad bien planeada de las plantas que enmarca.

El encanto de un damero

La suave alternancia de verde y gris configura este macizo en damero con dos especies distintas de Santolina (abrótano), en un jardín de Santa Monica, en California. El atractivo visual, casi hipnótico, se realza con un aroma agradable. Aunque está plantado en una disposición formal, el abrótano crece de una manera irregular que evita una apariencia rígida. El arriate de perennes da vida al conjunto con sus colores y complementa la elegancia informal del macizo; el banco de hierro forjado, entre dos hibiscos plantados en macetas, consolida este espacio como un lugar especial para detenerse y para halagar los sentidos.

Sugestivos arriates dobles

Un esquema informal en la plantación se ha impuesto a lo que tradicionalmente es una disposición formal -la del arriate doble-, y el resultado tiene un atractivo irresistible para los visitantes de este jardín de Santa Mónica, en California. Uno de los dos bordes tiene como fondo una valla de tablas rematada por un enrejado, desde la cual se disponen las plantas de altura descendente. Como consecuencia, se observa una cascada de colores, formada por perennes tiernas y duras y dos variedades de rosas, que en algunos puntos invade el sendero.

Un lugar para el descanso

En una casa de East Hampton, en el estado de Nueva York, este arriate se extiende junto a una terraza de madera que constituye un espacio ideal para disfrutar de los rasgos más atractivos de la naturaleza. En el diseño se incluyeron una gran cantidad de perennes y arbustos que florecen desde abril hasta octubre (principios de la primavera a fines del otoño). Después, durante el invierno, los arbustos siempre verdes mantienen la fuerza de la estructura y aportan su color intenso. Un seto alto de tuyas conforma el fondo del arriate, y contribuye a resaltar el colorido de las plantas, además de constituirse en una barrera que protege la intimidad al separar esta terraza del patio vecino.

La belleza precisa de un trazado formal

El diseño invita tanto a detenerse como a pasear por los caminos que salen del nudo central de este elegante jardín de Athens, en el estado norteamericano de Georgia; la simetría, las líneas rectas y las curvas simples responden al estilo formal; en los macizos y arriates se respetan todos los demás elementos de una planificación formal clásica: una variedad limitada de plantas, un colorido simple y ejes bien definidos. Los distintos tonos de rosa de las uvas de gato, petunias y geranios añaden toques de color que hacen eco al matiz cálido de los caminos de ladrillo. El boj bien podado y el tejo forman los marcos vivos de los macizos, y la cerca de estacas sirve de fondo a los arriates circundantes.