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La ciruela en el huerto agost,monovar,elda,petrer,agost,busot,villajoyosa

Árboles frutales en el jardín 

Resulta bastante grato tener en nuestro huerto especies frutales diversas, para mayor variedad en el consumo familiar e incluso con algunos fines comerciales. Si ya tenemos manzanos, perales, damascos, duraznos o cítricos, nos haría falta una fruta que habitualmente es bien recibida, ya sea para su consumo al natural, seca, o en mermelada. Estamos hablando de la ciruela.
Tenemos la suerte de que la mayor parte del territorio de Chile se presta para su cultivo, pues se produce con bastante facilidad entre las regiones primera a décima; es decir, desde Anca hasta Chile. Ello se debe a las diversas variedades existentes de ciruelos y a las condiciones del clima chileno. En contraposición al duraznero o al damasco, no es tan delicado y no lo afectan mayormente las bajas temperaturas ni la humedad. En todo caso, para el cultivo industrial y con fines de exportación, la zona más apropiada es la central del país.
Como una curiosidad, se puede señalar que este frutal necesita normalmente entre 700 y mil horas de frío al año (menos de o grado y de un mes a 40 días, aproximadamente).

El cultivo de la ciruela en el huerto

En primer lugar hay que considerar que se desarrolla y produce en una amplia gama de suelos y responde muy bien al riego, debiéndose evitar que sufra falta de agua.
Antes que todo escogeremos la especie que más nos pueda agradar, entre las que se cuentan: D'Agen, Imperial, Marianna, President, Mirobalán y Reina Claudia. Ellas se distinguen por sus distintos tamaños, que van desde el amarillo hasta el rojo oscuro. También hay algunas ciruelas más dulces y otras más ácidas; todo dependerá de lo que más nos agrade y el destino que deseemos darle.
De las mencionadas, tenemos que las D'Agen y President se prestan para ser deshidratadas; es decir, consumirlas secas, por su alto contenido de azúcar natural.
Otras, como Imperial, Marianna, Mirobalán y Reina Claudia, son exquisitas y más jugosas para servírselas frescas o en mermelada.
Los ciruelos se injertan de parche o púa, por lo general en "patrón" (árbol madre) del ciruelo, variedades Mirobalán o Marianna 664, aunque también pueden usarse patrones del almendro y durazno.
La Mirobalán es muy vigorosa, por lo que se adapta a gran variedad de suelos y condiciones de clima, tolerando -incluso- el exceso de humedad, por lo que muchos de nuestros amigos consultados la prefieren. Por su parte, Marianna 2624 se adapta mejor a los suelos húmedos.
Aquí debemos detenernos en algo que se debe recalcar en forma especial. Se trata de la polinización, ya que es un aspecto muy importante desde el momento que este frutal no es autopolinizante; es decir, que la polinización no se produce entre sus propias flores, como ocurre con otras especies. De allí que debemos contar con otros ciruelos cercanos, ya sean nuestros o de vecinos. Por eso se insiste en no plantar un solo árbol.
Una vez escogida la especie, procedemos a plantar en el invierno en el lugar elegido, previo a lo cual haremos un eficiente control de malezas, para evitar que éstas absorban el agua y nutrientes del terreno en desmedro del frutal. Se recomiendan herbicidas de preemergencia, de prolongado efecto residual en invierno. En verano tendremos presente controlar los focos de malezas anuales y perennes.
Entre cada ciruelo dejaremos una distancia de 4 a 5 metros en cuadrado, con lo que cada uno tendrá su espacio vital para desarrollarse en buena forma.

La poda del ciruelo

Algo que deberemos observar es la poda, que parte desde el momento en que se planta el ciruelo. Se forma con 3 o 4 ramas de armazón, prefiriendo el sistema de centro abierto (vaso o copa). La tendencia de crecer en forma recta que experimenta este frutal hace necesario eliminar las ramas inferiores y seleccionar las más extendidas. Es preciso espaciar las ramas secundarias para que el sol penetre bien en todas ellas y así estimular que se fortalezcan; o sea, que sus ramas sean fuertes y no quebradizas.
Para cuando el árbol está en producción (lo que puede ocurrir entre 2 y 3 años), la poda debe orientarse a regular el tamaño de la fruta, la altura del árbol y su ruedo o circunferencia.
Para el caso de los frutos, es necesario ralearlos a mano, eligiéndolos por su tamaño, y dejar dos o tres yemas florales por dardo y a 10 centímetros del más próximo. La época más adecuada para efectuar esta operación es cuando el carozo o cuesco se endurece, lo que se puede apreciar al tacto.
Una plantación de estos frutales precisa necesariamente la presencia de polinizantes. Estos frutales se ubican a cinco metros de distancia entre sí.