Flor de gallo
Esta bellísima especie constituye un regalo para la vista de los  viajeros que pasan por entre las cadenas de cerros de la cordillera de  la Costa, entre las regiones Cuarta y Novena de nuestro país. Florece  durante los meses de primavera y crece profusamente en las laderas de  estos cerros, alegrando el paisaje con su hermoso colorido anaranjado,  responsable de su nombre común: flor del gallo. 
Esta especie  corresponde a una hierba perenne que rebrota de sus tubérculos  subterráneos, los cuales son un tipo de tallo que crece bajo el suelo y  que mantiene así sus yemas de renuevo protegidas durante la época de  stress hídrico y de las bajas temperaturas del invierno. 
 Después de  las primeras lluvias, la especie inicia su crecimiento vegetativo, con  la diferenciación de las hojas que emergen hacia la superficie del suelo  formando una roseta. Estas son alargadas, con nervadura paralela y  forma lanceolada, típica de las monocotiledóneas.  Desarrollo del tallo
Hacia  la primavera, cuando la yema apical se transforma en reproductiva,  desarrollan un tallo erecto, en el cual las hermosas flores se ordenan  en grupos terminales de hasta quince, constituyendo una inflorescencia  de umbela. Cada flor está constituida por 6 tépalos (elementos  coloreados equivalentes a los pétalos cuando no existen los sépalos),  tres de los cuales presentan numerosas líneas y manchitas de colores  oscuros y contrastantes, que los hacen diferentes, constituyendo  llamativas pistas para los insectos polinizadores. 
A causa de su  belleza, son intensamente utilizadas como plantas ornamentales e  incluso exportadas a Europa, lo que ha ocasionado, a pesar de su  abundancia, una disminución paulatina de su frecuencia en el terreno.  Por tal razón, esta especies y otras alstroemerias son consideradas  vulnerables. 
Es necesario que nuestra flora nativa ocupe un  lugar de importancia en los jardines, más aún si nos proporciona un  bello colorido que puede contrastar con los verdes de los arbustos. 
  Usted puede cultivarla flor del gallo recogiendo de las lomas los  tubérculos con bastante raíz y tierra y colocándolos en su jardín en  hoyos lo suficientemente profundos como para que contengan todo lo que  ha recogido del cerro. Es preferible hacerlo cuando se pierde la flor y  las hojas comienzan a secarse. También es posible reproducirlas por  semillas, las que se deben recoger secas y sembrarlas en almácigos á  fines de invierno.
