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Cómo tratar el agua de piscinas

La mayoría de productos de piscina que existen en el mercado destinados a conservar y desinfectar el agua de las piscinas están basados en un mismo elemento químico: el cloro.
Lo más interesante del cloro es que mantiene el agua limpia, transparente y desinfectada, pero sin eliminar el 100% de los microorganismos, pues muchos de ellos no son potencialmente dañinos para nuestro organismo y, por el contrario, son deseables para el mantenimiento de un entorno natural.
El cloro es un elemento químico altamente reactivo, que a temperatura ambiente y presión atmosférica normal toma forma de gas, con un aspecto amarillento. Para convertirlo en líquido, se presenta siempre diluido con agua.
El cloro es un potente agente desinfectador, y por eso hay que tener cuidado de no añadir cantidades excesivas a la piscina, puesto que empeorarían el color del agua y podrían causar irritaciones (sobre todo en ojos y nariz). Además, demasiado cloro altera el PH del agua de la piscina, con el peligro de corrosión de los accesorios de la piscina.
A la hora de añadir cloro a tu piscina ten en cuenta el tamaño de la piscina y la frecuencia con la que se renueva el agua. En general, un PH entorno a 7.4 es el más adecuado para una piscina doméstica.
Además de añadir cloro a tu piscina, es necesario tener siempre el filtro de la piscina en correctas condiciones. De hecho, el cloro no es capaz por sí solo de tratar los restos más grandes de algas y las concentraciones de microorganismos. Sólo un filtro bien cuidado puede capturar las partículas de mayor tamaño, ayudando a presentar un mejor aspecto a tu piscina.