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Forma y densidad de las hojas


A cierta distancia, la forma total de la planta es lo primero que capta el ojo, pero la forma depende de la densidad del follaje y del tipo de crecimiento de la planta más que de las características de cada hoja. La densidad del follaje es resultado de la clase de hojas (derecha), de su disposición en la planta y de su cantidad. El tipo de crecimiento da a la planta su base característica de ramas o tallos. Los árboles, los arbustos y las perennes tienen tipos de crecimiento muy variados -configuración vertical o columnar, en capas, de pirámide, de bóveda, de túmulo, de abanico, de arco, de ramas colgantes, de cuenco-, con distintos grados de simetría. Cada forma básica puede estar cubierta con una densidad de follaje distinta, y cada combinación de tipo de crecimiento y densidad de follaje genera una forma única, con su impacto visual especifico.

Complejidad y distribución de las plantas

Visto desde lejos, el follaje puede parecer rústico o delicado, según sea la dimensión y la complejidad de cada hoja. Las plantas con hojas grandes, simples, son las que se denominan de textura rústica; en cambio, las de hojas más pequeñas o más complejas dan lo que se llama una textura fina o delicada. Aparte de su sencillez o complejidad, las hojas pueden constituir una masa cerrada o abierta. Esta masa determina hasta qué punto se puede ver la estructura leñosa de un árbol. Estos cuatro rasgos -rústico, fino, cerrado, abierto- configuran cuatro subclases: textura rustica y cerrada o textura rústica y abierta; textura fina y cerrada o textura fina y abierta.

Al incluir en el jardín una planta por la textura específica de su follaje se cuenta con la ventaja de realzar un borde cuando otras plantas terminan de florecer, o bien con la posibilidad de destacar flores de especial impacto. Las plantas de follaje llamativo, de textura rústica, como el Onopordum acanthium (cardo escocés), son excelentes especímenes aislados en un conjunto, y añaden un toque de informalidad o incluso una verdadera sorpresa visual. Un fondo de follaje fino y denso de color contrastante, como el del Cotinus coggygria "Purpureus" (árbol de las pelucas o fustete púrpura), dará importancia a esa clase de ejemplares. Sin embargo, hay que usar estas combinaciones con cautela, porque las oposiciones extremas pueden resultar molestas.

Las plantas de textura fina con hojas pequeñas y compuestas, como la Stephanandra o la Gypsophila, dan formalidad a un jardín. El follaje menudo es un buen telón de fondo para las plantas de flor. Por ejemplo, se puede poner un Dictamnus albus, de hojuelas (foliolos) brillantes color verde oscuro, junto a un macizo de peonias dobles, o una Gillenia trifoliata, de hojuelas dentadas y estrechas, tras una mata esférica de azaleas de la variedad "Robin Hill', de flores rosadas.

La combinación de las formas de follaje

Una vez encontrada una planta de textura y forma agradables, el siguiente paso consiste en situarla en la vecindad más adecuada. Algunos ejemplares son domi nantes en un conjunto. Producen este efecto las majestuosas siempre verdes de follaje acicular (compuesto de agujas), como el abeto azul de Colorado, o los arbustos que tienen hojas pequeñas y redondas, como el boj. En estas plantas, las agujas o las hojas no permiten ver ningún detalle interior, por lo que su forma se muestra monolítica, y este perfil adusto las diferencia de vecinos menos austeros.

Los árboles y arbustos visualmente pesados se prestan a una plantación que no constituya masas extensas sino que reitere un determinado diseño. A intervalos regulares a lo largo de un camino o de una senda, crean una simetría secuencial que lleva la mirada a un punto lejano bien definido. Como pantalla protectora o como seto, por ejemplo, el Juniperus chinensis "Ames" (enebro chino), de color gris acero y forma piramidal, puede formar una pared viva de más de 2 m de altura. Si se espacian los ejemplares sobre una curva, las coníferas más altas, como el cedro rojo oriental de puntas doradas, crean una línea rítmica que invita al paseo.

Es posible fijar estas formas verticales con arbustos más pequeños, de ramas arqueadas, como Leucothoe fontanesiana, en un grupo amplio, este arbusto integra una buena combinación sumado a un rododendro bajo y macizo y a la columna alta de un Taxus baccata "Fastigiatá". Completarán el cuadro una amplia capa de Anaphalis, con hojas lanosas y perladas perennes y con flores blancas que duran tres meses, y un mullido tapiz de Bergenia x schmidtii "Jan Schmidt", de hojas perennes y duras.

Si se quiere crear un punto focal. un recurso sencillo y efectivo en la unión de tres plantas de distintas alturas, dispuestas de modo que formen un triángulo escaleno (tres lados desiguales). En el lado mayor del triángulo se puede poner un abeto blanco enano, de agujas verdes, que llega hasta los 3 m de altura. Delante del abeto, no centrado, se planta un viburno (durillo) semiperenne de la variedad "Chesapeaké" que casi nunca supera 1,80 m de altura pero se abre hasta ocupar no menos de 3 m. La línea que va desde la cima del abeto blanco a lo largo del amplio perfil del viburno y hasta el suelo dibuja una curva suave. En la base de este triángulo se plantará, en primer plano, un conjunto de tulipanes de color amarillo fuerte, como Tulipa batalinii "Bronze Charm", para que en primavera se establezca un vínculo de color, y varios ejemplares de Alcehemilla monllis ocultarán las hojas de los tulipanes con el tapiz de su follaje, después de la floración.

Hojas simples y compuestas

De manera general, las hojas se dividen en simples y compuestas, según las unidades que las integren. Una hoja simple se desarrolla como una unidad, es decir, tiene un limbo continuo; una hoja compuesta está formada por unidades menores (limbo discontinuo) llamadas hojuelas o foliolos. En otoño, una hoja simple caduca cae en una sola pieza y conserva su forma; en cambio, una hoja compuesta puede perder sus foliolos por separado.

Las hojas compuestas se subdividen en palmeadas (en forma de mano) y pinnadas (con varias hojuelas a los lados del peciolo o tallo). En una hoja palmeada, los foliolos se extienden como los dedos abiertos de una mano desde el punto de inserción común. Una hoja pinnada se parece a una pluma de ave, - con una nervadura central a cuyos lados se insertan las hojuelas.

Algunas hojas pinnadas se componen de segmentos menores, y reciben el nombre de bipinnadas o tripinnadas. Cuanto mas rarnificaciones tenga una hoja, rnás plumoso, más delicado será cl aspecto del follaje de la planta.

Los foliolos pueden estar enfrentados, como en la hoja pinnada que se ilustra a la izquierda, o alternados, es decir que cada uno se inserta en el espacio libre del peciolo que hay entre los foliolos del otro lado, como en la bipinnada que se ve a la derecha