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Nutrir el huerto con abono natural


La productividad de un terreno depende en gran medida de la calidad de su suelo; pero si el suyo es muy pobre, no hay problema; cualquier suelo; por deficiente que sea, es posible mejorarlo añadiéndole un elemento natural: el humus, rico en carbono y nitrógeno. Y las tierras humiferas es decir, tratadas con humus- constituyen una forma ecológica de trabajar el huerto. Esto es hacer ecocultura" en forma práctica, recordando que nos consideramos ecocultores, "cultores" o "cultivadores" ecológicos.

El humus es una materia orgánica compleja, formada por restos vegetales y de insectos y excrementos de pequeños animales. Se hincha con el agua y sirve, con la arcilla, de aglutinante de las partículas de la tierra, contribuyendo a hacer más blando y ligero el terreno. Proporciona, además, gran cantidad de carbono y nitrógeno al suelo y actúa como elemento conservador y movilizante de las reservas nutritivas y de la humedad.

La definición parece bastante complicada, pero no lo es tanto. Dicho de otra manera, el humus es una sustancia vegetal o animal muerta que se ha transformado bajo la acción de los organismos del suelo para dar origen a una sustancia orgánica que entra a formar parte del mismo.

Así, la formación del humus se realiza en dos etapas básicas: primero se produce la descomposición de las sustancias orgánicas y minerales, nuevos compuestos que, en la segunda etapa, se sintetizan formando un rico elemento que fertilizará el suelo. "Este proceso que se realiza naturalmente es acelerado con la presencia de lombrices, que son increíblemente eficaces para convertir toda materia orgánica en humus", señala el ingeniero agrónomo Eduardo Martínez. Y tiene razón: la lombriz de tierra es uno de los seres vivos más benéficos para los cultivos, ya que ventila, abona y ara el suelo.

Todos los cultivos consumen humus, por lo que un huerto ecológico requiere aumentar y mantener su cantidad. Estudios agronómicos recientes revelan que un buen suelo contiene entre el 6 y el 10 por ciento de este elemento.

Recipientes del compost

Una de las materias orgánicas que debemos agregar regularmente al suelo es el compost. Se ha dicho en diversos idiomas que "el compost es el corazón del huerto ecológico", lo que se explica porque viene a constituir un abono natural y, sin duda, el mejor de todos. Aplicar compost es poner humus en la capa superficial de la tierra cultivable.

Cualquier vegetal que cae al suelo se pudre en un proceso aeróbico, es decir, con utilización M oxígeno como parte de la descomposición, constituye una forma de compost. Sin embargo, es factible hacer una preparación con otros elementos para acelerar el proceso y hacerlo aún más rico en elementos nutritivos.

Existen varios métodos para la elaboración del compost, según el tipo de recipiente o receptáculo en donde se apilarán las materias a utilizar en la preparación. Su tamaño y la forma dependerán de la cantidad que se requiera de compost en la parcela.

Si sus necesidades de compost no involucran grandes cantidades, se puede hacer simplemente en forma de montón en algún lugar apropiado del huerto. Apilado de esta forma, en el momento en que el compost haya alcanzado su máxima temperatura y comience a enfriarse será necesario darlo vuelta, poniendo las partes superior y de los costados al interior del montón y la parte de adentro afuera. Al hacerlo no hay que olvidar rociarlo con agua para mantener la humedad.

Otro método es utilizar arcones de 1,5 m de ancho, largo y alto, ya sea de piedra, de madera tratada para evitar que se pudra, de ladrillo o de cemento, con la sola condición de que sean bien ventilados -sin caer en exageraciones, porque ello impediría la conservación del calor-, como se muestra en las ilustraciones. No se deberá pavimentar el piso, ya que es necesario el contacto de las materias orgánicas con la tierra del suelo natural. Además, conviene construirlo de modo de poder retirar la placa frontal o la tapa superior, de manera que se facilite el acceso.

Con el fin de aprovechar la calefacción, en muchos casos se instalan los arcones a un costado del invernadero, lo que no representa problemas de olores, ya que el compost no los da.

Componentes del compost

En lo que respecta a las materias orgánicas y minerales que utilizaremos, para favorecer la penetración de lombrices y otros animalitos de la tierra, primero se debe poner en contacto directo con la tierra una capa de vegetación de unos 15cm de alto; puede ser cualquier materia vegetal, como desperdicios del huerto o de la cocina e incluso las malezas que se han arrancado del predio.

Luego se cubre con una segunda capa de 5cm de estiércol de vaca -es el mejor-, caballo, ovejas o aves. Si en su parcela no dispone de guano, lo puede reemplazar por harina de pescado o algas, y una capa de tierra. Así se van alternando las capas hasta alcanzar una altura de un metro o un metro y medio.

Todo sirve para el depósito de compost: cáscaras de huevo, restos del café y de frutas, bolsas de té, podas de hasta 5cm de grosor, pelo, plumas, hojas, trozos de cartón corrugado, pasto cortado pero marchito; en fin, cualquier materia orgánica.

Es importante que cada capa mantenga su humedad. Si está muy seca, se debe regar lo suficiente para humedecerla, no para mojada. Ello, más una adecuada aireación, acelerará la descomposición y por ende la temperatura de la preparación. Si está muy húmeda, agréguele materias secas.

Será en este ecosistema donde los microorganismos realizarán su tarea. En una primera fase de descomposición, con su actividad metabólica las bacterias elevan la temperatura hasta cerca de 70 grados C. Otros seres, los hongos, participan también en la fase segunda, de reconstrucción, en la cual se transforman las sustancias. Finalmente en la fase de síntesis, pequeños animalitos desmenuzan el material -las lombrices, los chanchitos de tierra, los ácaros, etc, para luego enriquecerlo con sus excrementos, produciéndose la unión o síntesis entre las sustancias minerales y las orgánicas, nutrientes que recogerán las raíces de las plantas