Si no realizamos un correcto mantenimiento del agua de la piscina entonces ésta puede convertirse en un peligro para la salud de los bañistas; todos sabemos que se introducen diariamente miles de microorganismos y bacterias por cada individuo que se baña en una pileta; además factores como el viento y la lluvia colaboran para enturbiarla aún más. Aunque el cloro siga siendo el sanatizador más importante, los salinadores han surgido como una alternativa más que complementa su uso; existen dos tipos de salinadores, los que únicamente utilizan sal (nombrado en el párrafo anterior) y los que emplean sal combinada con cloro. Aquí el sistema funciona de forma muy sencilla: toda la clorina es originada de la sal; este gas se mezcla con el agua y se inyecta en el natatorio a través del retorno de agua. Una vez que el cloro producido cumplió su función, retorna a su estado natural de sal; es decir, si estamos utilizando tabletas, gas de cloro o cloro en granos, una vez que éste termine su utilidad, se convierte en una solución de sal en el natatorio.
Con respecto a la cantidad de sal que utilizan estos artefactos en las piscinas, señalamos que la concentración más habitual es la de 2500 ppm en modelos autolimpiantes y, de 4500 en unidades de limpieza manual. La sal debe agregarse a la hora de instalar el sistema que hemos adquirido, la única forma en la que podemos perder cantidades de sal es si chapoteamos hacia fuera es por eso que sólo complementaremos niveles de sal 2 veces al año, aproximadamente. Para aquellos que asumen que la sal puede afectar el rendimiento de sus piscinas, les decimos que la misma es compatible con todas las terminaciones de los natatorios, los equipos no sufrirán daño alguno porque también se complementan perfectamente con ésta.