Las plantas que forman un prado silvestre deberán estar tan a gusto con el clima y el suelo como para reproducirse espontáneamente. En el Gran Buenos Aires, la tierra es arcillosa, tal vez demasiado pesada para bulbosas. Sin embargo, junquillos (Narcissus tazetta) y lágrimas de la Virgen (Alliaun triquetrum y Allium neapolitanum) son valores seguros. También se pueden cultivar narcisos, fresias (Freesia sp.), muscaris (Muscarí armeniacum) y Gladiolus communis (un gladiolo de elegante aspecto salvaje) con buenos resultados. Entre las anuales, amapolas (Papaver rhoeas), ciertas margaritas y espuela de caballero (Consolida) son las que dan mayores satisfacciones